El 15 de mayo de 1987, es decir, hace 35 años, Lucho Herrera se convierte en el primer americano en ganar la Vuelta a España, gesta que impactó de una especial manera a Colombia, que reconoció en el corredor fusagasugueño, a su más grande rutero de la historia, hasta ese momento.
Lucho Herrera es proclamado campeón de la Vuelta a España de 1987. Foto: Colombia.com.
Por Alberto Galvis Ramírez
Director de la Revista Olímpica y secretario de la Academia Olímpica Colombiana.
Al año siguiente, 1987, la filosofía nacionalista de los equipos colombianos se mantuvo. El objetivo primordial era el Tour de Francia, durante el período de preparación, Café de Colombia tenía previsto asistir a la Vuelta a España, en plan de fogueo, no con la intención de disputar el título, por lo menos con Herrera, porque Martín Ramírez era el capo de Café de Colombia, y Oscar de J. Vargas, el de Postobón.
Pero a medida que transcurre la prueba ibérica, Herrera gana posiciones y de pronto se encuentra ante la posibilidad de pelear el título. Es líder en dos oportunidades, y en la segunda se queda con la camiseta amarilla, para llegar a Madrid, el 15 de mayo, como campeón, el primer americano en ganar esta prueba. Colombia alcanzó tres títulos, dos con Herrera -el individual y el de montaña- y el tercero con el equipo de Manzana Postobón.
Durante la última semana de la carrera, millones de colombianos se apartaron de las labores rutinarias y de los problemas, para ver en directo por la televisión, los detalles de lo que todavía parecía increíble. En sólo cinco años de participaciones en competencias en Europa, y sin cumplir con un plan específicamente elaborado para buscar esta meta, Colombia estaba a punto de ganar por primera vez la Vuelta a España, la tercera más importante del calendario mundial, en pruebas por etapas.
Por eso, cuando concluyó la carrera en Madrid, el país estalló.
El triunfo de Herrera compensó los esfuerzos y las expectativas generadas desde cuando ingresó Colombia al profesionalismo, porque era el primero en una de las tres competencias por etapas más prestigiosas del mundo. Atrás quedaban como antecedentes, los triunfos en el Tour de L'Avenir de 1980, con Alfonso Flórez, y de 1985, con Martín Ramírez; El Dauphiné Liberé, de 1984, con el mismo Ramírez, y la Ronda de L'Isard, con Julio César Cadena, también fusagasugueño y mano derecha de Herrera, arriba y abajo de la bicicleta.
Café de Colombia, en la Vuelta a España de 1987.
“De Madrid… al cielo”
Los periódicos españoles se inundaron de Lucho Herrera, días antes de la terminación de la carrera, y una vez finalizada:
"Ayer acabó la ronda de los Escarabajos... Colombia lloró de alegría con el triunfo de Lucho"... "Lucho, de Madrid al cielo"... "Madrid fue ayer la capital de Colombia"... "El peso en alza"... "El día de San Isidro, fiesta nacional", "Fiesta nacional en Colombia"... "El Jardinerito, un símbolo de humildad y grandeza"... "Lucho Herrera, orejas, rabo y vuelta".
Uno de los artículos se solidariza con las penas de Colombia: "y después de esta victoria, su fama [la de Herrera] se ha acrecentado mucho más. Su humildad y su grandeza, al mismo tiempo son el símbolo de la grandeza de un pueblo, el colombiano, que se ha encontrado con un sol en medio de las tinieblas que agobian a un país pobre y marcado por el narcotráfico. Lucho es su nueva droga". Ya, de Madrid, mayo 16 de 1987.
Varios de los más aguerridos rivales de Herrera en esa oportunidad se sobraron en elogios para el colombiano campeón. Laurent Fignon dijo:
"Herrera es el número uno, sin discusión, en la montaña. En Ávila tuve que arriesgar mucho en la bajada, porque sabía que subiendo me sería imposible dejarlo atrás. Es un justo vencedor” ídem.
Pedro Delgado señaló: "Creo que también en el Tour puede conseguir cosas importantes, aunque es una prueba con sensibles diferencias con respecto a la que ahora acabó. Allá no se encontrará, como le sucedió aquí, con veinte hombres que trabajen por él. No obstante, y aunque en el Tour para ganar se necesita también un buen equipo, él reúne personalmente las cualidades necesarias para ganar" ídem..
El subcampeón, el alemán Raimound Dietzen, consideró que era imposible vencer a Herrera: "Ha resultado imposible superar a Herrera. Hicimos todo lo posible, y yo estoy agradecido con todos mis compañeros. Todos sabíamos que Lucho en la montaña resultaría imbatible, y por eso, lo más importante es que en otros apartados ha sabido responder. En eso ha mejorado mucho” ídem.
A su regreso de España, Lucho Herrera viajó a Chiquinquirá para agradecer a la Virgen por el triunfo en la Vuelta a España de 1987.
Glorioso regreso
A las pocas horas de terminada la vuelta, Lucho Herrera y sus gregarios regresaron a Colombia a responder a los incontables homenajes que anticipadamente se programaron por tan especial ocasión. El desfile del recibimiento en Bogotá, el 16 de mayo, fue impresionante ,por la presencia de miles de personas que vivaron al fusagasugueño. Fue tal el delirio colectivo, que la seriedad habitual en el presidente de la República, Virgilio Barco, desapareció por unos momentos y fue remplazada por actitudes y lenguaje populares: Barco llega a gritar "Dale... Lucho... dale" y a ponerse la camiseta amarilla de campeón de la prueba ibérica.
La ceremonia terminó con la imposición a Herrera de la Cruz de Boyacá, en el grado de Oficial.
La siguiente temporada internacional del ciclismo profesional colombiano fue la de 1988, y una novedad cambió un tanto la historia. El dúo Herrera Parra se disolvió, porque el segundo corredor firmó contrato con el equipo español Kelme, que haría su estreno en el Tour de Francia.
Mucho se había especulado sobre las reales posibilidades de Parra, porque su trabajo estuvo mucho tiempo condicionado a los intereses del líder del equipo, Lucho Herrera. El propio corredor se sentía molesto, porque su libertad para ascender en las posiciones generales de cualquier carrera, terminaba cuando se encontraba con el puesto de Herrera. Verdad o mentira, Parra fue octavo en el Tour de 1985, mientras Herrera fue séptimo, y terminó sexto en 1987, a tiempo que Lucho fue quinto.
En 1988 se podría despejar este interrogante en la máxima prueba, el Tour de Francia, en donde medirían los dos colosos su mejor capacidad de rendimiento. Al final de la carrera, Fabio Parra terminó tercero, detrás de Pedro Delgado, cuya victoria se empañó por las acusaciones de dopaje de que fue objeto, y del sorprendente holandés Steven Rooks; Herrera finalizó en la sexta posición y fue décimo en la clasificación de los premios de montaña, ganados por el pasista Rooks. En esta oportunidad, Colombia solamente llevó un equipo, Café, porque Postobón perdió el cupo, tras el fracaso de 1987, cuando de los nueve corredores que comenzaron la prueba, se retiraron siete; terminaron únicamente Omar Hernández y Néstor Mora.
Parra fue el mejor de su equipo y el segundo de los representantes españoles; respondió así a lo esperado por el técnico Rafael Carrasco, quien obligó a la firma patrocinadora a hacer una alta inversión, a cambio de que uno de sus corredores figurara entre los ases, lo que a la postre sucedió.
En la paz de su paraíso
Luis Alberto Herrera corrió hasta 1993. En ese momento, ya llevaba 3 años de matrimonio con Judith Xiques, una hermosa modelo barranquillera a quien había conocido en el ciclismo. Desde entonces se dedicó a disfrutar de la comodidad que su deporte le había proporcionado y a criar a sus dos hijos, Valentina y Luchito, en su casa campestre de Fusagasugá, en la cual le destinó un espacio a Limousine, un gigantesco toro que le regalaron en Francia, y perros, ovejas y otros animales domésticos.
Salvo un secuestro de que fue víctima en el año 2000, por acción de un grupo guerrillero, del que fue liberado 48 horas después por la gigantesca presión nacional ejercida sobre sus captores, Lucho Herrera ha podido disfrutar de la tranquilidad merecida gracias al ciclismo, en la tierra que ama tanto, la de su Cundinamarca, de la cual espera no salir, ni siquiera después de esta vida.